EL BICENTENARIO DEL TRATADO DEL PILAR
Fue un hecho trascendente de los primeros años de nuestra historia. Por entonces, Pilar incluía las tierras de Malvinas Argentinas.
Hoy se cumplen 200 años de la firma del Tratado del Pilar. Un hecho destacado de los primeros años de nuestra historia como nación, que tuvo como lugar elegido la cabecera de un partido que por entonces contenía una parte de las tierras que hoy integran Malvinas Argentinas.
Pilar había sido primero un curato, luego fue pago y – hacia fines del siglo 18 y comienzos del 19- partido, una unidad administrativa comandada por el alcalde de hermandad. El de Pilar se llamaba Felipe Santiago Velasco.
La pequeña población se organizaba en torno a la capilla del lugar, que por otra parte estaba emplazada a unos kilómetros del actual centro de Pilar. Ese lugar sería abandonado por las constantes inundaciones que provocaba la cercanía del río Luján.
La rodeaba un vasto territorio que llegaba hasta el río de las Conchas (actual Reconquista), por un lado, y hasta el Areco, por el otro. Hacia 1810, se estimaba que tenía una población de unas 3 mil personas.
En la pequeña iglesia del Pilar (y si no fue allí habrá sido cerca), se reunieron el 23 de febrero de 1820 tres personajes top de la política argentina de esos años. Dos eran caudillos federales: el entrerriano Francisco Pancho Ramírez y el santafesino Estanislao López. El otro era Manuel de Sarratea, porteño unitario, recién designado gobernador de Buenos Aires por la caída de Rondeau.
El Tratado del Pilar fue una consecuencia directa de la batalla de Cepeda –disputada el 1 de febrero, cerca de San Nicolás- en la que los ejércitos de López y Ramírez habían derrotado al de Buenos Aires, comandado por Rondeau. En Pilar se reunieron para buscar el cese de hostilidades y proyectar una salida federal… aunque luego esto no se cumpliría.
Pero repasemos un poco los significados de aquel acuerdo, uno de los pactos «preexistentes» citados en la Constitución de 1853. “En Cepeda, se había puesto en disputa la hegemonía del poder y de la participación en la nueva organización política post Guerra de la Independencia. En este contexto debemos pensar el Tratado del Pilar, y destacar entre los objetivos alcanzados el de unir las ‘voluntades’ para finalizar la disputa que había dado lugar a la Batalla de Cepeda y trabajar conjuntamente a favor del por entonces proyecto de un nuevo orden”, apunta Vanesa Bonella, profesora de historia en escuelas pilarenses.
Según la docente, “Durante el proceso independentista se había logrado vencer al enemigo externo, sin embargo quedaba hacia adelante organizar internamente cuál sería el nuevo modo de organización política y económica. Ese objetivo se verá empañado por pujas entre los gobernadores y un claro ejemplo de ello es el incumplimiento del artículo 1 del documento firmado, que proponía reunir a los diputados de todas las provincias en un Congreso General en Santa Fe para avanzar con la organización de la Confederación”.
Bonella destaca, en cuanto al aspecto económico, «el pronunciamiento de permitir la navegación en los ríos Uruguay y Paraná de los buques de las provincias amigas y el libre comercio de las provincias federadas” y, en términos de política externa, “la defensa de las provincias de Santa fe y Entre Ríos ante la amenaza de ataque luso-brasileña”.
Por último, sostiene: “a partir de entonces las provincias deberán sortear muchas dificultades para poder sostenerse económicamente, de allí el interés por constituir un gobierno que pronuncian contradictoriamente como ‘federal’ pero que en definitiva requerirá de los recursos de la siempre díscola provincia de Buenos Aires”.
Hoy Pilar celebra los 200 años de la firma del Tratado. Pero el festejo tiene resonancias regionales, cuando su territorio abarcaba los de muchos otros distritos. Entre ellos, el de Malvinas Argentinas.
Luis Melillo