UNA NUEVA EDICIÓN DE LA FIESTA DEL MAILÍN, EN VILLA DE MAYO
Se hizo con público tras dos años limitada por la pandemia. El obispo Nannini encabezó la misa central, de la que participó el Padre Seibold, iniciador de los festejos.
Después de adaptarse a un esquema reducido impuesto por la pandemia –en 2020 y el ’21- la tradicional Fiesta del Señor de los Milagros volvió este fin de semana al formato habitual, con una multitud de fieles volcados en torno a la iglesia Nuestra Señora de Guadalupe de Villa de Mayo.
Las actividades comenzaron el sábado y cobraron mayor intensidad el domingo, con sus tradicionales puestos en las calles y los números folclóricos sobre el escenario montado en la plaza del mismo nombre, colmada de fieles.
La misa central de la celebración se hizo por la mañana, concelebrada por el Obispo Damián Nannini y el párroco local Silvio Fazzari, con la presencia del mítico sacerdote jesuita Jorge Seibold, iniciador y principal impulsor de la festividad.
De esta misa participó la intendenta Noelia Correa. “Me alegra ser parte de una fiesta tan importante para miles de creyentes de distintos puntos del país después de dos años sin poder realizarla y en especial por contar con la participación del padre Jorge Seibold”, comentó la funcionaria.
Las actividades litúrgicas cerraron cerca de las 15, con una procesión con la imagen del Señor de los Milagros, por las calles del barrio, colmadas de fieles, escoltada por formaciones de Bomberos de Malvinas Argentinas.
LOS ORÍGENES DE LA CELEBRACIÓN
La Fiesta del Señor de los Milagros de Mailín en Villa de Mayo tuvo sus inicios en febrero de 1976. Fue un vecino del barrio Guadalupe llamado Laurentino Ávila, santiagueño, quien le comentó sobre la devoción al sacerdote Jorge Seibold.
El entusiasmo de Ávila convenció al sacerdote de realizar la fiesta en la humilde capilla del barrio. La familia Ávila junto a otros comprovincianos, se dedicaron a organizar la parte folclórica de la fiesta; Seibold se ocupó de la religiosa. El carpintero Carlos Fernández realizó una réplica en madera de la imagen, que luego fue pintada por seminaristas jesuitas, la orden a la que pertenece el mismo Seibold.
A pesar de la limitada publicidad, la concurrencia a esa primera edición sorprendió a todos. Nadie esperaba la cantidad de gente que asistió. A partir de ese momento, la Fiesta no dejó de crecer. Los devotos llegan de todo el Conurbano y de otros puntos del país. Y desde Villa de Mayo comenzaron a asistir grupos en peregrinación a Mailín y Sumampa. A raíz del vertiginoso crecimiento del barrio Guadalupe y de la importancia que iba adquiriendo la Fiesta de Mailín, la primitiva capilla comenzó a ser insuficiente.
LA LEYENDA
Respecto a la leyenda que dio inicio a la devoción, reproducimos una reseña histórica que la explica: «Cuenta la tradición que la preciosa y milagrosa Imagen del Señor del Mailín fue encontrada a fines del siglo 18 por un anciano de nombre Juan Serrano, propietario por entonces de los campos del Mailín, en Santiago del Estero. Serrano notó que una luz muy viva aparecía noche tras noche al pie de un algarrobo. Atraído por ese hecho tan singular, Serrano se acercó al lugar con curiosidad para ver de qué se trataba acompañado de otros lugareños. Grande fue la sorpresa de todos cuando comprobaron que aquella luz era irradiada por una cruz en la que brillaba el santo. Intentaron trasladar la bendita cruz a casa de Serrano pero no pudieron. Señal inequívoca de que el Señor quería quedarse en aquel lugar para ser venerado. Todos decidieron entonces construirle allí mismo lo que sería poco tiempo después su primera ermita. La noticia del milagro corrió con la rapidez del rayo hasta llegar a oídos del Señor Cura de Matará, parroquia a la que pertenecía la Villa de Mailín».