OTRO TÍTULO MUNDIAL DEL BOMBERO FISICULTURISTA

Sergio Basaldúa, de Tortuguitas, volvió a traer de México el Mister Universo. Antes había sido campeón nacional y latinoamericano.

Basaldúa y el momento de la consagración en México

Sergio Basaldúa, el bombero voluntario de Tortuguitas y fisiculturismo, acaba de obtener en estos días un nuevo logro internacional en la disciplina: se impuso en el Torneo Mister Universo Wabba, realizado el 9 y 10 de noviembre en Acapulco, México. Ganó en la categoría talla alta, ante competidores de todo el mundo.

El fisiculturista local ya había logrado el título nacional en 2015, el mundial en México en 2017, y el Latinoamericano en Colombia en 2018. Ahora, suma este nuevo mundial en tierra azteca.

Claro que para obtener estos logros, Sergio hace un gran esfuerzo. Bombero voluntario de Tortuguitas desde hace unos 18 años, divide su vida entre la familia, el trabajo en la planta de Unilever y la actividad bomberil. Y, por si fuera poco, se suman las muchas horas de entrenamiento para lograr trascender en el fisiculturismo, que empezó a practicar en 2013.

Para este torneo empecé en abril con un peso de 120 kilos para hacer etapa de volumen y llegué a la competencia con 95. Entreno todos los días de mañana porque trabajo de tarde y hago guardias nocturnas en Bomberos de Tortuguitas. Los domingos le sumo caminatas para eliminar retenciones”, reseña el deportista. La preparación incluye un complicado régimen de comidas, que va variando según las etapas del entrenamiento y que le exige alimentarse cada tres horas.

A todo eso, este año se coló un condimento ingrato que casi hace naufragar el viaje: la devaluación y estampida del dólar que multiplicó los costos de una manera impensada.

En el escenario, al consagrarme campeón, lloré. Es por el sacrificio, tanto físico como psicológico, y por todo lo que extrañás al estar solo en otro país. Por eso, escuchar mi nombre y el de la Argentina en la consagración fue muy emotivo”, cuenta el campeón mundial.

A la hora de los agradecimientos, enumera: “a mi familia, a mi esposa, que cuida todos los detalles, a mis hijas de 12 y 17 años, a mi preparador Claudio Ríos, al doctor Hugo Botelli y mi guía Marty Falvo” y, a modo de conclusión, reflexiona: “Hoy miro el trofeo en la repisa y no lo puedo creer. Siempre digo dos cosas: si tenés un sueño, seguilo… y no importa cuánto vivas, sino las huellas que vas dejando a tu paso. Yo dejé mi huella en el fisiculturismo argentino y para mí es un ejemplo”.