CAMPAÑA, ELECCIONES Y CAMBIO DE PARADIGMA: UN TRIUNFO DE LA SOCIEDAD MALVINENSE

Algunas reflexiones sobre las actividades que se desarrollan por las elecciones y el notorio avance de la calidad institucional en el distrito.

Agresión cariglinista a militantes del FpV en el centro de Los Polvorines, en la previa de las elecciones de octubre del 2015

Como cronista del día a día en Malvinas Argentinas me toca seguir lo que tiene que ver con la campaña política para las próximas elecciones. Algunos episodios me hicieron reflexionar respecto al avance de la calidad institucional de la sociedad malvinense.

Recordemos: hace muy pocos años, la actividad política estaba marcada por el manejo con mano de hierro de Jesús Cariglino, quien comandó por dos décadas el distrito.

El estilo de Cariglino fue uno de los más duros entre los Barones del Conurbano. Siempre peleó cabeza a cabeza con el de otro duro, el “vasco” Othacehé de Merlo.

Para el caso malvinense, podrían citarse muchos ejemplos. Propongo una breve guía:

-la oposición no podía alquilar un local partidario ni un espacio para hacer un acto, ante las presiones que los dueños de esos lugares recibían;

-a menudo, las actividades de la oposición eran corridas a los golpes (puedo apuntar al respecto una de fines de campaña de 2015, en pleno centro de Los Polvorines -foto-, o el cierre de campaña de 2011, que terminó en batalla campal en las 5 esquinas de Grand Bourg);

-las personas que se destacaban en su comunidad por alguna actividad (profesionales, comerciantes, dirigentes de ong’s, por ejemplo), desistían de hacer política en espacios de oposición ante las presiones que se veían venir (como por ejemplo la clausura de su comercio en el caso de los que lo tuvieran);

-la presión que se ejercía en los pequeños y medianos comercios, obligados a pegar propaganda política cariglinista en sus vidrieras;

-la imposibilidad de toda fuerza política no cariglinista de pegar un afiche o pintar una pared… todo (incluso los murales) era tapado sistemáticamente por el poderoso aparato pintamuros de aquel oficialismo;

-las agresiones a militantes si caminaban un barrio con propaganda política y el levantamiento de los característicos puestos proselitistas en los centros de las localidades también eran moneda corriente;

-las presiones y amedrentamientos los días de votación en las escuelas, zonas virtualmente copadas por la estructura;

-la presión por pintar y pegar afiches llegó a ser tal, que cuando ya no hubo columnas, postes y muros disponibles, la estructura cariglinista empezó a avanzar en espacios privadas: se consultaba a sus dueños, que difícilmente se hubieran animado a dar una respuesta por la negativa;

-y ni hablar de lo que pasaba en el Concejo Deliberante, donde concejales y concejalas opositores y minoritarios no podían hablar ante la rechifla e insultos ensordecedores, una actitud de hostilidad permanente que incluyó muchas veces aprietes y agresiones (incluso a concejalas).

Es solo un breve repaso que habla de la bajísima calidad institucional que vivimos en Malvinas Argentinas en aquellos años de baronazgo político.

Un repaso fundamental para enlazar con la actualidad.

Hoy, las fuerzas políticas de oposición recorren calles y barrios sin que haya el menor incidente y alquilan locales y espacios a voluntad.

Las listas de Juntos se mueven con total libertad, sin recibir agresiones ni hostigamientos.

Por ejemplo, la lista de “Kambu” Kambourián, con fuerte manejo de Cariglino, reunió para unas fotos de lanzamiento a su principal figura y al resto de precandidatos al aire libre y a metros del palacio comunal. Lo hicieron con total libertad, sin golpes ni hostigamientos. Cabe preguntarse: ¿qué hubiera pasado si una lista hubiera pretendido hacer lo mismo en la era C?.

Por su parte, la lista de “el negro” Aparicio hizo dos ruidosas movidas: una de lanzamiento en la placita de Los Polvorines de Rivadavia y las vías y otra, días después, en la plazoleta Grand Bourg. Ambas sin el menor obstáculo.

Lo mismo con otras fuerzas. La izquierda tuvo dos actividades en los últimos días: la apertura de un local en Nogués de Izquierda Socialista y el lanzamiento del MST ayer en Grand Bourg. En ambas hubo un despliegue considerable, que incluyó marcha y corte de calles. Todo sin novedades.

Alguien podría decir que no hace falta destacar todo esto, que es lo que corresponde. Eso podrá correr para distritos con otra historia. Pero en uno como Malvinas Argentinas hace necesaria la reflexión: la sociedad malvinense avanzó notablemente, y en pocos años, en materia de calidad institucional.

Es una cuestión que la sociedad ya hizo suya. Porque supongamos que la estructura que hoy gobierna Malvinas Argentinas -que hizo mucho para este presente- se tornara de pronto autoritaria y comenzara a aplicar aquella metodología; o que volviera a ganar la intendencia Cariglino y pretendiese volver borrar todo y volver a foja cero. Si cualquiera de las dos hipótesis se impusiera, seguro que encontraría un territorio poco amigable para hacerlo. El avance es un logro que la comunidad incorporó y difícilmente esté dispuesta a resignar. Como en la alegoría de las cavernas de Sócrates, ya es imposible volver a la oscuridad.

Luis Melillo