CAÑA CON RUDA CONTRA EL CORONAVIRUS Por Manuela Valenzuela

Aún con la pandemia, la autora cuenta cómo igual pudo cumplir con la tradición del 1 de agosto, en el almacén de su barrio.

La tradición de siempre, este año con máscara y tapaboca (foto Manuela Valenzuela)

En el Día de la Pachamama, algunos tenemos la tradición de levantarnos temprano e ir al almacén de Héctor y Stella, en ayunas. El primer día de agosto tomamos nuestra caña con ruda para alejar los maleficios y atraer la buena suerte. Además de que el brebaje nos mantendrá sanos durante todo un año, según la creencia.

Pensé que la pandemia afectaría nuestra costumbre, pero Héctor Lechmann sabía que nada iba a impedir seguir con el ritual. Él ya me lo había aclarado meses antes cuando le pregunté cómo haríamos este año: “Algo vamos a inventar, no te preocupes”. Así que ese sábado, me levanté temprano, me vestí, no desayuné y caminé hasta Directorio 741. Llegué y vi sobre el mostrador vasitos descartables preparados para la ocasión.

Héctor, que empezó con trabajos de construcción,  cambio el rumbo por sugerencia de su madre y a los 17 comenzó como mayorista de la yerba Pájaro azul. Luego, abrió un supermercado junto a su esposa y Juan, el carnicero del local de al lado. Ahí tuvieron clientes como Susana Giménez, Graciela Borges y Alberto Olmedo, entre varios otros que me nombró.

La misma tradición hace un año, cuando no se conocía el Covid-19 (foto Manuela Valenzuela)

Él y Stella Espilosin, llevan más de 40 años de casados, cuatro hijos y cinco nietos; y además trabajan juntos en el negocio. Héctor cuenta:“El almacén me gusta, siempre estás con gente, es otra cosa. No me quejo”. Y por esas charlas compartidas y la amabilidad de ambos, es que los vecinos le traen la ruda de sus jardines para su caña de todos los agostos.

Siempre preparo tres botellas, este año hice dos porque a la tarde no abro. Y me alcanzó justito”. Alcanzó también para Martín Vázquez, su amigo corredor de TC del que tiene varios cuadros autografiados y colgados en el almacén, que se vino desde Luján para tomarse el traguito sanador.

Lo llamo así, porque a modo de chiste, en la botella se leía la leyenda: “Caña con ruda contra el coronavirus”, y yo elijo creer. Aunque, por supuesto, sigo quedándome en casa y salgo sólo para ir a comprar, con tapabocas.

Manuela Valenzuela