LA PLAGA DE LA LANGOSTA EN EL MALVINAS ARGENTINAS RURAL
Como hoy en algunas provincias, llegaban y arrasaban con los cultivos, cuando estas tierras eran todo campo. El testimonio de una antigua pobladora de Tortuguitas permite recrear lo que se vivía.
Por estos días, los portales de noticias dieron cuenta de una situación que sorprende y pone en alerta a varias provincias argentinas: es la presencia de una manga de langostas que entró al país por el Paraguay y afectó a zonas de cultivos en Santa Fe, Chaco, Formosa, Corrientes y Entre Ríos.
Miles de langostas recorriendo cientos de kilómetros, arrasando cultivos a su paso, de eso se trata. Pueden acabar en minutos con cereales y pastos.
La noticia me hizo recordar el testimonio que años atrás me diera Ester Bossio, vieja pobladora de la zona de Tortuguitas, hoy desaparecida. Había nacido en una chacra ubicada entre Tortuguitas y Tierras Altas. Su padre Juan José tenía tambo y cultivos en la propiedad que era de Lucas Iparraguirre, que iba desde Tortuguitas a Grand Bourg.
Ester Bossio vivió aquellos años de las primeras décadas del siglo XX, cuando esta zona era todo campo. Le hice varias entrevistas y en su testimonio surgió la referencia al problema que significaba para aquellos chacareros la llegada de la plaga de las langostas.
“Aparecían todos los veranos y arrasaban con todo. Mi papá y mis hermanos salían a tratar de combatirlas y había que cerrar bien la casa, porque si se metían también era un problema. Generalmente estaban un día y se iban”,recordaba por entonces la antigua pobladora.
Su testimonio aportó más detalles: los chacareros de la zona iban a la parada del tren a buscar los elementos que mandaba el gobierno para combatirlas: chapas para “cercar” los cultivos y máquinas lanzallamas que funcionaban a kerosén.
Como las langostas pasaban la noche y atacaban los sembradíos de mañana, otra manera de combatirlas era recorriendo el sector con una rastra de alambre tejido tirada a caballo. Le ponían peso encima para tratar de aplastarlas. Pero en realidad era poco lo que podían hacer, solo mataban una cantidad mínima.
La desazón por perder lo sembrado llevó a muchos pobladores de entonces a desistir de la agricultura para dedicarse solo a la explotación del tambo.
Una anécdotas de un Malvinas Argentinas muy distinto al actual, donde las actividades rurales eran el sello distintivo de la zona y las localidades tardarían unos cuantos años en llegar.
Luis Melillo