“EL PLASMA FUE UN MILAGRO DE DIOS”
El testimonio de Carlos Arapa, uno de los pacientes del Trauma con Covid-19, tratado con anticuerpos de enfermos recuperados.
El Hospital de Trauma fue noticia días atrás, por ser el primer hospital en la Provincia de Buenos Aires en aplicar tratamiento con plasma enriquecido con anticuerpos de de enfermos recuperados a pacientes con Covid-19. Carlos Arapa -albañil, 40 años, vecino de Grand Bourg- es uno de los pacientes que recibió el tratamiento. Ya en su casa, mientras espera su alta definitiva, relató su difícil experiencia a Tiempo de Tortuguitas.
Su testimonio comienza desde el momento que se contagió: “Fue cuando compartí una comida con mi viejo, el sábado 2 de mayo. Me fui a dormir y en la madrugada del domingo ya empecé a tener algo de fiebre”.
Ese domingo, Carlos se levantó temprano y fue al Trauma a consultar. “Me hicieron algunos análisis, pero no me sentía tan mal, solo había tenido un poco de fiebre. Me hicieron el hisopado y me dejaron volver a mi casa, con la condición de estar aislado. Dos días después me avisan que el resultado había dado positivo. En esos días nos enteramos que mi papá que venía teniendo una gripe, también tenía Covid-19”, relata.
La primera etapa como enfermo del virus la pasó en su casa, pero su estado fue empeorando a los pocos días. “Me sentía bien y tenía fe que iba a pasar la enfermedad en mi casa, en cuarentena. No tuve mucho tiempo de pensar en mí, mi mayor preocupación era mi viejo. Pero ya el miércoles empecé a sentirme mal… empecé con fiebre y tos, y me empezó a faltar el aire. Esos fueron los peores días. Una tarde estaba sentado y empecé a transpirar como nunca en mi vida. Otra vez casi me desmayo de la tos, estando en el baño. Nunca había tenido más que gripes leves, me curaba con una aspirina y seguía. Esto fue muy fuerte, es muy feo lo que sentí. Ahí volví al hospital”.
En la terapia intensiva del Trauma, cuando su estado era complicado, le preguntaron si aceptaba ser tratado con el plasma enriquecido. No lo dudó y aceptó. La mejoría fue rápida. “A la noche me pregunta una doctora si los autorizaba a darme el plasma y le dije que sí. Estaba mal, ya tenía pocas ganas de todo y me dormí. Al otro día me desperté bien, con ánimo, era otra cosa… me movía, estaba atento, sentí un alivio grandísimo. Gracias al plasma estamos bien, íbamos camino a la entubación y fue nuestra salvación… el plasma fue un milagro de Dios”.
A partir de ahí, su organismo fue mejorando. Hasta que el viernes 22 pudo volver a su casa, donde en aislamiento espera el alta definitiva.
Cuando se le pregunta su opinión sobre los cuestionamientos a las medidas tomadas en la emergencia sanitaria, no duda en responder: “La gente tiene que tomar conciencia que esto no es un juego, no es una gripe cualquiera, es algo feo y cuando te agarra mal tenés que saber que te subís a una ambulancia y ya no ves a nadie, solo gente vestida de blanco y con máscaras… es feísimo, por eso hay que tomar conciencia”.
De su etapa como internado en el hospital malvinense, destaca la atención que recibió tanto de médicos como del resto del personal: “Estoy muy agradecido a médicos, enfermeras, al personal de limpieza, del primero al último. Noté una muy buena atención, sin distinciones… me parecía una clínica privada. No tengo nada de qué quejarme, solo agradecer. Los malvinenses tenemos que estar orgullosos del hospital que tenemos”.
En lo personal, destaca a su madre: “mi viejita, María del Carmen Arapa, se puso la casa al hombro y nos atendió a todos, porque también se contagiaron mi hermano y mi cuñada. Por suerte ellos salieron y ya están en su casa. Gracias a Dios y la Virgen pudimos recuperarnos”.
No son los únicos agradecimientos que va a expresar en la entrevista. Para el final, el salteño de origen y grandbourense por adopción pide incluir también “a mis dos grandes amigos que siempre estuvieron al lado mío, Rubén Pereira y Charly, a todo el sistema de Salud de Malvinas y a las autoridades, al señor Leo y a Luis Vivona, que siempre están cuidando a los malvinenses”.
Luis Melillo