ANIVERSARIO DE TORTUGUITAS: BREVE RESEÑA DE LA LOCALIDAD EN SUS PRIMEROS AÑOS
Un 9 de junio de 1947 se imponía la categoría de estación a la parada ferroviaria. Un repaso por su historia.
Hoy es 9 de junio y Tortuguitas cumple 74 años. Es la tercera localidad más vieja de Malvinas Argentinas, detrás de Los Polvorines (112 años) y Villa de Mayo (109).
¿Por qué se toma esta fecha? Porque remite a la fecha en que se impone la categoría de estación a la parada de trenes de la localidad. En efecto, el 9 de junio de 1947, el entonces presidente Juan Domingo Perón firmaba el decreto que creaba la Estación Tortuguitas.
Aunque el paraje ferroviario existía desde mucho antes. Primero había sido Desvío Kilómetro 40, establecido en 1910, cuando la línea recién había sido habilitada. Ese Desvío era a los efectos de cargar ladrillos de un horno cercano. Poco después se autorizaría a subir y bajar pasajeros, por lo cual pasó a ser Apeadero Kilómetro 40 y después Paradero Kilómetro 40. Pero aquel 9 de junio de 1947 adquiría la categoría de estación, con una particularidad: por primera vez aparecía el nombre que quedó para la localidad.
El nombre de Tortuguitas le vino impuesto en relación al Tortugas Country Club, que funcionaba en las cercanías desde el año 1930. Precisamente, quienes peticionaron ante las autoridades para lograr la creación de la nueva estación fueron las autoridades del Tortugas Country Club. El Tortugas ya funcionaba desde el año ’30. Fue el primer club de campo del país, fundado por Antonio Maura en tierras que habían pertenecido a su suegro Wenceslao Escalante. Los pobladores de la zona conocían ese lugar como «el monte de Escalante«.
LA PROPIEDAD DE LAS TIERRAS A TRAVES DEL TIEMPO
Respecto la propiedad de las tierras de lo que hoy es Tortuguitas, el antecedente más lejano lo encontramos en la persona de Alonso de Escobar, uno de los expedicionarios que acompañó a Juan de Garay desde Asunción para fundar, el 11 de junio de 1580, la ciudad de Santa María de los Buenos Aires.
A partir de 1582 comienza el reparto de las tierras de la campaña que rodean a la incipiente población rioplatense. La propiedad de la tierra era conferida por los reyes de España por las mercedes reales, que era la manera con que se recompensaban los servicios militares prestados a favor de la corona española. A las fracciones que se repartían en la campaña se las llamaba suertes de estancias y estaban destinadas a la labranza y cría de ganado.
Por este procedimiento, Alonso de Escobar se convierte en el propietario de una vasta zona, que luego fue conocida como la cañada de Escobar, y que incluía la porción de tierras que en la actualidad conforman la parte norte de Tortuguitas.
Con posterioridad estas tierras fueron pasando por sucesivas manos. Hacia fines del siglo XIX, los propietarios eran, por un lado, el antes mencionado Wenceslao Escalante, y por el otro Miguel Parra. Este último poseía una estancia de cerca de 500 cuadras cuadradas; a su muerte, por no tener descendencia directa, pasa a remate judicial en el año 1908. La estancia fue dividida en seis fracciones, cuyos propietarios fueron Irigoin, Lara, Blas País, Lanzoni, Ferrari y Juan Larreyna.
LA LLEGADA DEL FERROCARRIL
En la primera década del siglo XX comienza el tendido de las vías del entonces Ferrocarril Central Córdoba – Extensión a Buenos Aires. Algunos pobladores de la zona, dedicados la mayor parte a las tareas rurales, trabajaron como changa en el tendido de las vías.
En el año 1925 los hermanos País, hijos de Blas País, donan parte de sus tierras para la instalación de un apeadero ferroviario. Posteriormente, hacia 1942, los País venden las tierras a una empresa inmobiliaria que las subdivide y vende.
LA VIDA COTIDIANA EN LOS COMIENZOS
Pero ¿cómo era Tortuguitas en el año 1947, cuando se crea la estación? Era un tranquilo paraje rural, mitad del partido de Pilar y mitad del viejo General Sarmiento (de hecho la calle principal era el límite).
En los campos era habitual ver pastar el ganado de los tambos del lugar, la actividad más importante de la zona. José Castellano, Pablo Guzzetti, Juan Costa, Segurola, Martingaste y Despesailles, entre otros, se dedicaban a esta tarea.
Diariamente, a eso de las nueve de la mañana, pasaba un tren «lechero» que, desde la localidad de Santa Lucía -vecina a San Pedro-, recolectaba los tradicionales tarros llenos de leche para llevarlos hasta Boulogne. Allí eran distribuidos para el reparto de leche de la capital.
A las cinco de la tarde, aproximadamente, pasaba de vuelta, devolviendo los tarros vacíos. Esta rutina se repetía todos los días del año: la tarea del tambero no paraba ni siquiera los domingos. También había quintas de hortalizas, sembradíos y algún que otro horno de ladrillo.
El jefe de la estación de trenes era José Eusebio Paoli, que vivía con su familia en una casa que pertenecía al ferrocarril. Esa casa estaba donde hoy está la plaza, a metros del paso a nivel de Drago/Directorio. Paoli estaba a cargo de la parada desde 1935.
La actividad comercial era casi nula. Para abastecerse de provisiones el boliche de Simón Claro, sobre la actual L.M. Drago, entre Seguí y José Hernández, que en 1945 pasaría a mano de Adolfo Rodera. Del lado norte de las vías, frente al paso a nivel, estaba el despacho de pan de Pombo, que traía sus productos en carro, desde Garín. Unas cuadras más arriba, camino al club Tortugas, estaba el boliche «El Ñato«, de Lanutti donde también se servían comidas.
En torno a la estación estaba el taxista Juan Costa, con un Ford ‘35. Luego se sumaría Alfredo Lema, con un Chevrolet ’27. También había un colectivo amarillo, el “colectivo de Almirón”, que llevaba los pasajeros que bajaban del tren al Club Tortugas.
También había algunos comercios en la entrada de El Chelito de Ruta 8. Uno de ellos era el recreo El Palenque, de Sosa, que luego comprarían Andrés Bossio y José Navarro. En la esquina de Provincia de Buenos Aires y Ruta 8 había un surtidor de nafta de la Texaco, que explotaba Antonio Toledo. A unos metros estaba el local de herradura de caballos de Mariano Fenosa.
A mitad de camino, entre la estación y la Ruta 8, estaba la Granja El Chelito, un establecimiento donde se criaban aves, propiedad de un señor de apellido Enríquez.
Para realizar otras compras los pobladores de entonces se dirigían habitualmente a la localidad de Garín, que ya contaba con comercios de relativa importancia, como así también con oficina de correos y destacamento policial. También a José C. Paz. Allí funcionaba la Casa de Auxilio, que luego se transformará en el actual hospital Duhau. Era el lugar más cercano para atender emergencias médicas.
Una presencia habitual era la de los vendedores que andaban en carro y recorrían las chacras, llevando desde carne hasta artículos de bazar. La carnicería de Cigliutti, camino a Pilar, recorría la zona repartiendo carne en carro.
También camino a Garín se encontraba el almacén El Farruco, especie de almacén de ramos generales, muy frecuentado por los pobladores de la zona.
A partir de la creación de la estación Tortuguitas comenzará la venta de terrenos, llevada a cabo por diversas firmas inmobiliarias, como Ungaro y Barbará, Lauría S.A., Greco Hermanos y Santiago Astorga, entre otras. De este modo irán surgiendo los primeros barrios que irán perfilando la fisonomía que presenta la localidad en la actualidad.
Luis Melillo