EN PRIMERA PERSONA, CÓMO VIVIÓ UN DIRIGENTE LOCAL EL 17 DE NOVIEMBRE DE 1972

Rubén Vivona dejó un testimonio escrito de su participación en la histórica jornada que hoy es el Día del Militante.

La foto muestra el grupo de militantes de la «Línea del Belgrano»
del viejo General Sarmiento, participando de la histórica jornada

El 17 de noviembre es una de las fechas más significativas para el peronismo. Fue el día del regreso de Perón, en 1972, tras 18 años de exilio. Pese a la lluvia -y a que el gobierno militar de entonces había dispuesto que no haya actividades ni transporte público, pero sí controles en las principales rutas para evitarlo- una multitud se movilizó al aeropuerto de Ezeiza a recibir al viejo líder.

Fue una jornada con ribetes épicos, y por eso el peronismo la elegiría con los años como “el Día del Militante”, una manera de simbolizar la lucha durante la resistencia, que haría posible el regreso de Perón.

Un dirigente de lo que hoy es Malvinas Argentinas, ya desparecido, dejó su testimonio escrito de la jornada. Se trata de Rubén Vivona, de Villa de Mayo, que por entonces era uno de los hombres y mujeres que venían trabajando en la vuelta de Perón y la reorganización del peronismo en lo que se conocía como “la línea del Belgrano de General Sarmiento”. Es decir, las localidades que hoy forman Malvinas Argentinas.

Sus papeles –que fueron rescatados por su hijo, el hoy senador provincial Luis Vivona- nos permiten acceder a una visión en primera persona de la jornada, desde este lugar del conurbano. Es un testimonio sincero y apasionado, escrito por alguien que asume que está siendo cronista de un momento histórico. Un documento significativo para la historia política local.

Vivona traza un panorama previo, con una reseña que arranca en el golpe del ’55 y los años sin Perón en el país. Pero también incluye datos de cómo se iba reorganizando el peronismo en el viejo General Sarmiento y en esta zona. En ese segmento aparecen mencionados viejos dirigentes del peronismo regional, como el del exintendente Remigio López, que después sería intendente, o el del exconcejal EduardoTribulato.

También hay referencia a actividades durante la proscripción en la zona de Malvinas, como un acto en Los Polvorines en 1964, del que Vivona fue uno de los oradores. “El acto se realizó con una gran concurrencia. El fervor se sentía cada vez más”, escribió el dirigente sobre esa actividad.

Volante de una acto público peronista realizado
en Los Polvorines en el año 1964.

Pero entrando en la crónica de aquel 17 de noviembre, Vivona cuenta cómo él y un puñado de compañeros de su localidad (Osvaldo Soria, Oscar Oliva, Rodolfo Sánchez y Ávila) se encontraron temprano en Villa de Mayo. Tenían decidido llegar a la sede de la UOM en San Miguel, donde saldría un micro rumbo a Ezeiza. Poco después de las 7 salieron desde la calle Sucre y Malabia, hasta la Ruta 202. “La ruta estaba desierta, no circulaba ni el aire”, cuenta Vivona en su relato. Tras caminar unas  cuadras, un rastrojero accedió a dejarlos subir y los dejó en San Miguel.

El micro partió de la UOM cerca de las 8 y 30. Iban, entre otros, Toledo -secretario general de la seccional local de los metalúrgicos-, y los ya mencionados Tribulato y Remigio López. Vivona menciona la presencia de otros compañeros de la línea del Belgrano, como Miguel Scardilli y Lía Barca, de Los Polvorines, Díaz, de Grand Bourg, y Muñoz y Weber, de Pablo Nogués.

Debíamos circular cuidándonos de los controles militares que estaban apostados en las rutas, por ello tomamos caminos alternativos. Un par de veces nos topamos con esos controles, pero les hablamos a los oficiales que comandaban los grupos y nos dejaron hacer un rodeo y seguir. Quiero hacer notar que entre la oficialidad joven y los suboficiales había numerosos peronistas”, relata sobre el viaje a Ezeiza.

Ya en la autopista que va al aeropuerto, el grupo se suma a otros militantes llegados de distintos puntos. Pero un fuerte vallado policial impedía avanzar. Difícil pasar por ahí. Aunque hubo una manera, según cuenta el mismo Vivona: “Observé que al costado derecho, casi paralelo a la autopista, había un sendero de tierra y pasto. Conversamos entre varios compañeros y decidimos que un grupo distrajera a la policía (aun aguantando los gases) mientras el grueso tomara por el sendero. Así se hizo y luego de distraer a la policía nos sumamos a la columna”.   

Luego llegaría el cruce con el agua por arriba de la cintura del río Matanza. “Lo más emocionante era ver a militantes que eran llevados en sillas de ruedas. Para poder cruzar el río, unos tomaban las sillas de ruedas y otros cruzaban a los discapacitados sobre los hombros hasta el otro lado. ¡Solo los militantes peronistas pueden hacer eso!”, refiere el dirigente.

El ansia de llegar a Perón era tan grande que los obstáculos no se notaban… Volvimos más adelante a cruzar un arroyo dela misma forma. El terreno por el que íbamos tenía subidas y bajadas. Al llegara una especie de lomita me doy vuelta para ver a la gente que venía y lo que viera una cosa de locos, la gente que avanzaba detrás nuestro parecían un camino de hormigas que no se terminaba nunca… ¡qué multitud!”.

La hora prevista para el arribo del avión –una hora antes del mediodía- se acercaba. Así describe Vivona ese momento crucial; “Estimo que serían las 11 cuando las nubes se abrieron brevemente y dejaron ver la figura del avión que venía buscando pista. Una verdadera explosión de júbilo,donde se mezclaban los gritos de alegría con las lágrimas de emoción de todos nosotros. Muchos nos abrazamos y lloramos”.

El testimonio concluye con una reflexión que podría sintetizar el sentido que la fecha tiene para los peronistas: “Creo que lloramos por los casi 18 años de lucha, por los compañeros caídos, por ese sentimiento que nos unió y porque finalmente, aunque no pudimos llegar a Ezeiza, conseguimos el retorno de Perón a la Patria”.

Luis Melillo